Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
VIAJE A LA AMÉRICA MERIDIONAL I



Comentario

CAPITULO IX


Del comercio de Cartagena en tiempo de armada de

galeones y otros navíos que van de España como

tambien del que mantiene de generos y frutas de la

tierra con otros paises de las Indias



180 Siendo la bahía de Cartagena de las Indias adonde llegan las armadas de galeones á hacer su primera escala, goza, con este motivo, desfrutar el comercio de las ventas que se celebran en ella. Estas, aunque no son acompañadas de aquella formalidad que se practica en la feria de Portobelo, no dexan de ser quantiosas porque, trayendo allí los comerciantes de las provincias interiores de Santa Fé, Popayán y Quito sus caudales y otros que llevan por encomienda, los emplean en aquellos generos que necessitan para el abasto de ellas en mercaderías y frutos. Las dos provincias de Santa Fé y Popayán no se proveen de frutos ni tienen otra entrada de ellos que por la vía de Cartagena, para lo qual baxan con plata y oro sellado en tajos y polvo; y esmeraldas, que son los metales y piedras de estimacion que se encuentran en aquellos paises, en los quales, además de las minas de plata que se trabajan en Santa Fé y modernamente se van aumentando con nuevos descubrimientos, hay las que producen las finissimas, cuya estimacion, haviendo descaecido en Europa, y particularmente en España, ha hecho minorar el trabajo de su beneficio y el comercio de ellas, que en otro tiempo era mucho mayor; y á unas y otras se agrega el oro en abundancia, que se saca en el Chocó y paga sus quintos en la Caxa real de aquella capital.



181 Este comercio estuvo prohibido algunos años á instancias y representaciones del de Lima por el perjuicio que les hacía, passando los generos desde Quito, al Perú y abasteciendolo, interin que sus comerciantes venían á Panamá y Portobelo á la celebracion de la feria, de que se seguía que, á su vuelta, encontraban los precios de los generos en mucha decadencia y, de ella, les redundaban pérdidas considerables; pero haviendo considerado que el prohibirles la compra en Cartagena, luego que llega la armada, cedía en atrasso considerable de aquellas provincias, se dispuso en reparo de uno y otro que, desde el punto en que se publicasse en aquellas partes la llegada de los galeones á Cartagena, quedasse intercepto todo comercio de ropas entre Quito y Lima, siendo el lindero que los divide para esto el de las dos Audiencias, en los que los corregimientos de Loja y Zamora, que pertenecen á la de Quito y Piura, que lo es de la de Lima. En esta conformidad, se logra que aquellas provincias se provean de las ropas y generos que necessitan y que no causen perjuicio al comercio del Perú. Esta providencia se puso en planta en la armada que llevó á su cargo el año de 1730 el theniente general Don Manuel Lopez Pintado, á quien confirió S.M. la autoridad de poner en curso este comercio si conociesse que con aquella disposicion se lograban los dos fines y no se ofrecia otro medio mas comodo para todos; y con este arbitrio no solo se consigue el fin principal que lo ocasionó sino tambien el de que, en la demora que la armada ha de hacer en Cartagena, logren los cargadores negocios que los entretengan con las ventas que se les proporcionan y no les quedan sin recompensa los gastos que causan en ella.



182 Interin que estuvo prohibido este comercio, se les obligó á sus individuos á que se uniessen con la armada del Perú, baxando por Guayaquil á Panamá, ó que esperassen á emplear en los razagos de feria despues que, haviendola terminado, vuelve la armada á Cartagena, de lo qual se les seguian grandes atrassos porque, primeramente, para passar desde toda la jurisdiccion de Santa Fé á Guayaquil, tenian que hacer un viage de mas de 400 leguas por tierra con el dinero y despues volver á deshacerlas con la ropa, cuyos fletes crecian excessivamente. Las averías que recibian los generos en aquellos paises con la mucha frequencia de las aguas las echaban á perder y hacian que fuessen mucho mas caras las que llegaban sin este perjuicio, y el riesgo que tenian en los transitos de las puentes, laderas y vados de los muchos rápidos rios que era forzoso atravesar les era inevitable; con que, de todo esto se seguia el hacerse casi impracticable esta via, y, quedando reducido todo el recurso á la esperanza de los rezagos, havia en él la contingencia ó de que no quedassen de la feria ó de que fuessen pocos y no pudiessen hacer su empleo todos y que los que no tenian cabimento huviessen de sufrir la pérdida de los costos en baxar á Cartagena y volverse con sus caudales, á que se agregaba ser la escoria de todas las mercaderias las que les quedaban para hacer sus compras y sin surtimiento, de modo que ninguna providencia podia evadirlos de estos inconvenientes sino es la que entonces se tomó.



183 Con el motivo de esta pequeña feria, que assi se puede llamar la que se hace en Cartagena, se abren muchas tiendas de mercancias en aquella ciudad, cuyas ganancias ceden una parte en beneficio de los mismos españoles que van en la armada recomendados ó agregados á los cargadores y otra en el de los que están yá avecindados allí, á quienes, unos por llevar anchetas, aunque cortas, y otros por estar yá acreditados, les franquean los cargadores los generos que van necessitando á proporcion que venden para el surtimiento de sus tiendas. En estas ocasiones, se utiliza todo aquel vecindario, unos con el ingreso de los arrendamientos de sus casas y tiendas, otros con el de las obras que se ofrecen, segun el oficio que professan, y otros con los jornales de los negros y negras esclavos que tienen porque, no faltandoles en que trabajar, se aumenta el precio de estos; y corriendo la plata con abundancia entre todos, tienen no solo para vestirse, quedar proveidos de ropa y lo necessario hasta otra armada, pero aun con dinero de sobre; y, assi, en estas ocasiones, se rescatan y libertan muchos esclavos con lo que ahorran despues de haver pagado sus jornales y haverse mantenido.



184 Este beneficio experimentan igualmente todos los pueblos y estancias, hasta las mas reducidas chacaras de toda aquella jurisdiccion, porque con el mayor concurso de gente, que repentinamente aumenta en una quarta, tercia parte ó mitad aquel vecindario, se consumen con mucha abundancia todos los frutos y generos comestibles, se alteran los precios de todo y assi les dexan mayores utilidades.



185 Todo este bullicio de comercio y tragin quando hay armada, cessando de repente con su ausencia, dexa á esta ciudad en grande soledad, silencio y tranquilidad, porque el comercio particular que allí se hace con los paises de otras governaciones es tan corto en tiempo muerto, que assi se llama el en que no hay armada, que no llega á ser objeto de atencion. La mayor parte de este consiste en algunas balandras que van de la Trinidad, la Habana ó Santo Domingo á llevar tabaco en hoja y polvo y azucares y volver cargadas de cacao, de la Magdalena, losa, arroz, y á este respeto de otros generos que son escasos en aquellas islas; pero suelen passarse regularmente dos ó tres meses ó mas tiempo sin verse entrar ninguna de estas embarcaciones, y sucede lo mismo con las que van de Cartagena á Nicaragua, la Veracruz, Honduras y otras partes, siendo los destinos que mas frequentan á Portobelo, Chagre ó Santa Marta, y es la causa de tan corto tráfico que casi todos estos parages se hallan proveidos de unos mismos frutos; con que, no se les ofrecen las coyunturas de tener que hacer comercio con ellos reciprocamente.



186 El que mantiene Cartagena en tiempo muerto es con las poblaciones de su propia jurisdiccion, de las quales le entran los mantenimientos y otros abastos necessarios, que son maiz, arroz, algodón, puercos vivos, tabaco, plátanos, aves, cazabe, azucar, miel y cacao. La mayor parte de esto se conduce en canoas y champanes, de los cuales navegan por los esteros y costas las primeras y los champanes por los rios de la Magdalena, el Sinú y otros por ser embarcacion adequada para ello, y en retorno de esto llevan alguna ropa de la que quedan abastecidas aquellas tiendas y almacenes en tiempo de armada ó de la que entre con algunas presas que se hacen en la costa, unas veces por navios corsarios de guerra que van de España y otras por embarcaciones particulares que arman entre el vecindario.



187 Todo genero de comestible se vende allí libre de contribuciones reales, y cada uno mata en su casa los puercos que puede consumir en la venta de aquel dia porque esta carne no se gasta salada y los calores no permiten que pueda guardarse fresca mucho tiempo. Los frutos que se llevan de España, como aguardiente, vino, aceyte, almendra, passa y otros, pagan sus derechos correspondientes á la entrada y despues se venden con la misma libertad, pero los que los menudean tienen que pagar alcavela por las pulperías ó tiendas en donde los expenden.



188 Además de estos efectos que son los que entretienen allí aquel corto comercio interior, es aquella una de las caxas, siempre que hay assiento de negros, adonde los llevan y están como en deposito hasta que baxan de las provincias interiores á comprarlos los que los necesitan para sus haciendas porque es general el trabajarlas todas con ellos, y entonces, con este motivo, es algo mas crecido el comercio aunque nunca quantioso. Y no pudiendo sufragar el producto de las Caxas reales de aquella ciudad, á lo que se necessita para la subsistencia y sueldos del governador, tropa y otros empleos que mantiene allí S.M., se le subministran de las Caxas reales de Santa Fé y Quito las sumas equivalentes con el nombre del situado para hacer los pagamentos á estas personas y las obras que necessitan las fortificaciones, tren de artilleria y otras providencias conducentes al mejor estado y prevenciones de aquella plaza y fortalezas.